Actualizado: 13 junio 2025
Indignación ante las prácticas de espionaje en el sistema español que ahora resuenan con clamor (pero deben ser más antiguas que un monolito).
Las recientes revelaciones sobre operaciones de vigilancia indiscriminada y la falta de transparencia, han despertado una preocupación legítima sobre la protección de la privacidad y los derechos individuales.
El espionaje, en cualquier contexto, representa una amenaza a la confianza entre los ciudadanos y las instituciones.
Cuando estas prácticas se llevan a cabo sin el debido control judicial o en ausencia de una justificación clara, el daño a la democracia es profundo e irreversible.
Es fundamental que las autoridades rindan cuentas y que se establezcan mecanismos efectivos para garantizar la supervisión de los servicios de inteligencia.
La sociedad exige respuestas claras, reformas estructurales y un compromiso real con la defensa de los derechos fundamentales.
Porque la privacidad no es un lujo, es un derecho. Y ante su vulneración, la indignación no solo es comprensible, sino necesaria.